Hoy me senté a tomar un café, The Smiths me acompañan y me di cuenta que las letras ya estaban resbalando al teclado desde la punta de mis dedos. No sé con exactitud de qué te terminaré hablando, solo quería hablarte. A ti, del otro lado de la pantalla, que me lees.

Sé que hoy en día las redes sociales están por todas partes, nos acompañan en la primer oportunidad que pueden. Tan sólo se necesitan unos segundos de tiempo libre para optar por revisar qué hay de nuevo en… (inserte red social de su preferencia).

Yo me di cuenta de eso. Era enorme el tiempo que le dedicaba a mis aplicaciones, y no me malentiendas, no hay nada de malo siempre y cuando tú no lo consideres un problema. Sin embargo yo, quise separarme de tajo de ellas, ¿por qué? quién sabe.

Quizá recurría a ellas para expresar sentimientos a gente que no esta ahí para leerme con los mismos ojos como lo haces tú. Ellos quieren ver autos, vacaciones, bebidas, lugares. ¿Qué hago yo ahí si solo tengo mis letras o mis sentimientos? Ese no era lugar para mí y al final, corrí a refugiarme justo aquí, o a Twitter, donde me atrevo a lanzar versos de tiempo en tiempo.

Creo que lo único con lo que te quiero dejar hoy es que no hay nada de malo con las redes sociales, al final del día unen a la gente, de manera moderna, pero lo hacen. Pero por otro lado, a personas como yo, no nos dan cabida. Nos exilian, nos aplican la ley del hielo hasta que optamos por simplemente huir. Y sabes qué, ahora que estoy lejos lo único que me pregunto es ¿por qué no había huido antes?…